jueves, 21 de mayo de 2015

EL DESENCUENTRO DE LOS PARECIDOS



     Sobre la mesa, el termo y el mate la acompañaban. Su mirada traspasó la ventana y se clavó en la casa de su vecina. Vita había sido operada quince años atrás con resultados satisfactorios hasta que un día comenzó a sentir molestias al tragar con sensaciones de ahogo, ahora estaba nuevamente en tratamiento.

     Ruth miró la pared del comedor, curiosamente todos los relojes de la casa dejaron de funcionar al mismo tiempo, ¿casualidad?, lo cierto es que el cucú, el despertador y su reloj de pulsera se habían detenido, tal cual como el alto que tuvo que hacer en su vida cuando aquel diagnóstico la paralizó, mientras el mundo seguía girando olvidándola en el camino.

     En el hospital ya la conocían, los saludos eran comunes y algunos pacientes coincidían a veces en sesiones de quimioterapia. Como de costumbre, la puerta se abrió y la recibieron con una sonrisa, ella se ubicó en uno de los cuatro sillones mientras Rosita la ayudaba a acomodarse y le alcanzaba un barbijo. A pocos metros el técnico preparaba el sachet con las drogas, después él se acercó y palpó el catéter que Ruth tenía colocado debajo de la clavícula derecha y mientras introducía la aguja, solía con sus bromas arrancarle a ella una sonrisa que no podía contener. Walter se distinguía por la precisión en su trabajo, desempeño que la contagiaba de seguridad y también de energía positiva. ¿Qué era lo que tenía de diferente este hombre que hacía que situaciones tan tristes se convirtieran en momentos tan agradables?, más que enfermero o técnico especializado en una escuela o en la facultad, parecía una de esas personas que iluminan por haberse graduado en la universidad de Dios.

     Generalmente nadie hablaba, solo algunas miradas tristes se cruzaban entre algunos pacientes, otros  dormían para no pensar, la mayoría estaban atentos al sachet para avisar cuando se terminaba. Eran todos parecidos, pero no eran iguales, por eso se desencontraban, porque luchaban cada uno de acuerdo a su entorno, como corriendo una carrera para ver quien salía primero de aquel infierno, otros en cambio, decidían no enfrentar la realidad y se entregaban al camino del final de los latidos humanos. Ella no estaba dispuesta a ceder, descubrió una fuerza interna para luchar contra el enemigo que había invadido su cuerpo para destruirla, la consigna era vencerlo.

     A la semana siguiente observó por la ventana la casa de su vecina, había bastante gente amontonada en la puerta; más tarde le contaron que Vita ya no estaba en este mundo. No había nada de que preocuparse, los noticieros todos los días informaban de muertes por accidentes u homicidios por diferentes causas que nada tenían que ver con el cáncer.


     En el trabajo, algunos la recibieron a su regreso como una heroína, otros la miraban como si ella fuera un milagro, los más negativos con cara de asombro. Ruth, se sentó en su escritorio, ahora la meta era recuperar fuerzas, sentía en su cuerpo y mente la sensación de que había luchado sola contra un regimiento. ¿La pesadilla había terminado?, de lo único que ella estaba segura, era  que seguía respirando.

                   Relato breve: Ruth Mazzarolo.

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